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TIEMPO DE ADVIENTO


LUNES



LAUDES

VERSÍCULO INTRODUCTORIO

O bien


HIMNO



2.- Hinc mane nostrum prómicat

et corda læta exǽstuant,

cum vox fidélis pérsonat

prænuntiátrix glóriæ.

3.- Advéntus hic primus fuit,

puníre quo non sǽculum

venit, sed ulcus térgere,

salvándo quod períerat.

4.- At nos secúndus prǽmonet

adésse Christum iánuis,

sanctis corónas réddere

cælíque regna pándere.

5.- Ætérna lux promíttitur

sidúsque salvans prómitur;

iam nos iubar præfúlgidum

ad ius vocat cæléstium.

6.- Te, Christe, solum quǽrimus

vidére, sicut es Deus,

ut perpes hæc sit vísio

perénne laudis cánticum. Amen.


TRADUCCIÓN

A grandes voces los Profetas

anuncian la llegada del Cristo,

que viene para redimirnos con su gracia,

 pregonera de nuestra feliz salvación.

Así, al despuntar el alba,

nuestros corazones desbordan de alegría,

porque ya suena esa voz gratísima,

que es mensajera de gloria.

Éste fue el primer adviento

que no tuvo por fin castigar al mundo,

sino limpiar la herida,

salvando lo que estaba perdido.

El segundo, sin embargo, nos avisa

que Cristo está ya a la puerta

para coronar a sus santos

y abrirles el Reino de los Cielos.

Junto con la promesa de una luz eterna,

se nos revela una estrella salvadora,

cuyo brillo esplendoroso nos convoca

a la herencia de la Patria del Cielo.

Suspiramos, Señor, por contemplarte,

como Dios verdadero que eres,

y que esa misma visión se eternice

en perenne cántico de alabanza. Amén.


O bien:


2.- Del cielo envíanos, Señor, / el agua fiel de salvación.

Rocío, ven, y da frescor, / respire al fin tu creación.

3.- Las nubes ábranse y den / la lluvia, lluévanos al Rey;

la tierra brote y dé su flor, / germínenos al Salvador.

4.- El mundo gime en dolor, / la muerte reina con el mal;

tu pueblo pide redención, / tu vida dale más y más.

5.- El Padre que nos da la luz, / el Hijo eterno, nuestro juez,

reciba honor, adoración, / y El que es Vida, Fuego, Amor. Amén.


SALMODIA

ANT. 1:

 

Salmo 99

 

[1 Aclamad al Señor, tierra entera,]

2 servid al Señor con alegría,

         entrad en su presencia con vítores.

3 Sabed que el Señor es Dios: /

   que él nos hizo y somos suyos,

         su pueblo y ovejas de su rebaño.

4 Entrad por sus puertas con acción de gracias, /

   por sus atrios con himnos,

         dándole gracias y bendiciendo su nombre:

5 “El Señor es bueno, /

     su misericordia es eterna,

         su fidelidad por todas las edades”.

 

Se repite la antífona

 

ANT. 2:

 

Salmo 62

 

[2 Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,]

         mi alma está sedienta de ti; /

   mi carne tiene ansia de ti,

         como tierra reseca, agotada, sin agua.

3 ¡Cómo te contemplaba en el santuario

         viendo tu fuerza y tu gloria!

4 Tu gracia vale más que la vida,

         te alabarán mis labios.

5 Toda mi vida te bendeciré

         y alzaré las manos invocándote.

6 Me saciaré como de enjundia y de manteca,

         y mis labios te alabarán jubilosos.

7 En el lecho me acuerdo de ti

         y velando medito en ti,

8 porque fuiste mi auxilio,

         y a la sombra de tus alas canto con júbilo;

9 mi alma está unida a ti

         y tu diestra me sostiene.

10 Pero los que buscan mi perdición

         bajarán a lo profundo de la tierra;

11 serán entregados a la espada,

         y echados como pasto a las raposas.

12 Y el rey se alegrará con Dios, /

     se felicitarán los que juran por su nombre,

         cuando tapen la boca a los traidores.

 

Se repite la antífona

 

ANT. 3:

 

Salmo 100

 

1 Voy a cantar la bondad y la justicia,

         para ti es mi música, Señor;

2 voy a explicar el camino perfecto:

         ¿cuándo vendrás a mí?

   Andaré con rectitud de corazón

         dentro de mi casa;

3 no pondré mis ojos

         en intenciones viles;

   aborrezco al que obra mal,

         no se juntará conmigo;

4 lejos de mí el corazón torcido,

         no aprobaré al malvado.

5 Al que en secreto difama a su prójimo

         lo haré callar;

   ojos engreídos, corazones arrogantes,

         no los soportaré.

6 Pongo mis ojos en los que son leales,

         ellos vivirán conmigo;

   el que sigue un camino perfecto,

         ese me servirá;

7 no habitará en mi casa

         quien comete fraudes;

   el que dice mentiras

         no durará en mi presencia;

8 cada mañana haré callar

         a los hombres malvados,

   para excluir de la ciudad del Señor

         a todos los malhechores.

 

Se repite la antífona

 

ANT. 4:


 

Cántico AT 4

1 Cro 29,10b-13

10 Bendito eres, Señor, /

     Dios de nuestro padre Israel,

         por los siglos de los siglos.

11 Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,

         la gloria, el esplendor, la majestad,

     porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra,

         tú eres rey y soberano de todo.

12 De ti viene la riqueza y la gloria,

         tú eres Señor del universo,

     en tu mano está el poder y la fuerza,

         tú engrandeces y confortas a todos.

13 Por eso, Dios nuestro, /

     nosotros te damos gracias,

         alabando tu nombre glorioso.

 

Se repite la antífona

 

ANT. 4:


 

Cántico AT 16

Sir 36,1-7.13-16

1 Sálvanos, Dios del universo,

2infunde tu terror a todas las naciones;

3 amenaza con tu mano al pueblo extranjero

         para que sienta tu poder.

4 Como les mostraste tu santidad al castigarnos,

         muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:

5 para que sepan, como nosotros lo sabemos,

         que no hay Dios fuera de ti.

6 Renueva los prodigios, repite los portentos,

7exalta tu mano, robustece tu brazo.

13 Reúne a todas las tribus de Jacob

         y dales su heredad como antiguamente.

14 Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,

         de Israel, a quien nombraste tu primogénito;

15 ten compasión de tu ciudad santa,

         de Jerusalén, lugar de tu reposo.

16 Llena a Sión de tu majestad,

         y al templo, de tu gloria.

 

Se repite la antífona

 

ANT. 5:

 

Salmo 134

 

1 ¡Aleluya!

   Alabad el nombre del Señor,

         alabadlo, siervos del Señor,

2 que estáis en la casa del Señor,

         en los atrios de la casa de nuestro Dios.

3 Alabad al Señor, porque es bueno;

         tañed para su nombre, que es amable.

4 Porque él se escogió a Jacob,

         a Israel en posesión suya.

5 Yo sé que el Señor es grande,

         nuestro dueño más que todos los dioses.

6 El Señor todo lo que quiere lo hace: /

   en el cielo y en la tierra,

         en los mares y en los océanos.

7 Hace subir las nubes desde el horizonte, /

   con los relámpagos desata la lluvia,

         suelta a los vientos de sus silos.

8 Él hirió a los primogénitos de Egipto,

         desde los hombres hasta los animales.

9 Envió prodigios y signos /

   –en medio de ti, Egipto–

         contra el Faraón y sus ministros.

10 Hirió de muerte a pueblos numerosos,

         mató a reyes poderosos:

11 a Sijón, rey de los amorreos; /

     a Hog, rey de Basán,

         y a todos los reyes de Canaán.

12 Y dio su tierra en heredad

         en heredad a Israel, su pueblo.

13 Señor, tu nombre es eterno;

         Señor, tu recuerdo de edad en edad.

14 Porque el Señor gobierna a su pueblo

         y se compadece de sus siervos.

15 Los ídolos de los gentiles son oro y plata,

         hechura de manos humanas:

16 tienen boca y no hablan,

         tienen ojos y no ven,

17 tienen orejas y no oyen,

         no hay aliento en sus bocas.

18 Sean lo mismo los que los hacen,

         cuantos confían en ellos.

19 Casa de Israel, bendice al Señor;

         casa de Aarón, bendice al Señor;

20 casa de Leví, bendice al Señor;

         fieles del Señor, bendecid al Señor.

21 Bendito en Sión el Señor,

         que habita en Jerusalén. ¡Aleluya!

 

Se repite la antífona


RESPONSORIO BREVE


o bien:


Cántico NT 2: Benedictus

Lc 1,68-79

[68 Bendito sea el Señor, Dios de Israel,]

         porque ha visitado y redimido a su pueblo, /

69 suscitándonos una fuerza de salvación

         en la casa de David, su siervo,

70 según lo había predicho desde antiguo

         por boca de sus santos profetas.

71 Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

         y de la mano de todos los que nos odian;

72 realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres,

         recordando su santa alianza

73 y el juramento que juró

         a nuestro padre Abrahán.

74 Para concedernos que, libres de temor,

         arrancados de la mano de los enemigos,

75 le sirvamos con santidad y justicia,

         en su presencia, todos nuestros días.

76 Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, /

     porque irás delante del Señor,

         a preparar sus caminos,

77 anunciando a su pueblo la salvación,

         el perdón de sus pecados.

78 Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

         nos visitará el sol que nace de lo alto,

79 para iluminar a los que viven en tinieblas

         y en sombra de muerte;

     para guiar nuestros pasos

         por el camino de la paz.

 

Se repite la antífona


VERSÍCULO FINAL



O bien:


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